LA CUARESMA EN FAMILIA

Hace un par de semanas comentábamos con los catequistas de la parroquia cómo explicar a los niños el mensaje de la cuaresma, y nos parecía bastante difícil hacer un programa de vida para este tiempo, dirigido a los niños, sin caer en los peligros del dramatismo y la exageración moral.

Creo que el mismo reto y la misma dificultad tienen que ver con la familia que quiere vivir la cuaresma en su ambiente espiritual cristiano. Bueno, creo que la familia puede tener otro peligro y es aplicar por igual, a chicos y grandes, el misterio celebrado en la Cuaresma.

Y es que si la Cuaresma es tiempo de conversión o penitencia, como normalmente la entendemos y la presentamos con la imposición de la ceniza, la relación y el mensaje que ésta tiene no se puede aplicar de la misma forma y con la misma intensidad a los hijos y a los papás en una familia. La experiencia de pecado y la necesidad de conversión son sin duda distintas en unos y otros.

Ante todo hemos de tener en cuenta que la Cuaresma es un tiempo de renovación espiritual, que esta renovación está motivada por el gran misterio de amor que supone la pasión y muerte de Jesús, y que como renovación abarca las dos áreas de la interioridad y de la conducta externa.

En el área de la interioridad podemos considerar y reflexionar que tal misterio de Cristo, que sufre la pasión y muerte, es un misterio de amor; que Cristo cumple en su vida lo que después nos dirá:

Pero, puesto que

cuaresma se puede convertir para la familia en un ejercicio de mejorar sus relaciones familiares, tales como: el cariño, el servicio, el perdón, el respeto, la obediencia, la reconciliación.

“que no hay mayor amor que dar la vida por el amigo” (Jn 15, 13). Pero Jesús nos dice también que él “nos da ejemplo para que hagamos lo mismo” (Jn 13, 15).“amor con amor se paga”, ahora viene la aplicación práctica a nuestra vida: ¿cómo corresponderemos nosotros a tal amor de Cristo a cada uno de nosotros? Y puesto que Cristo nos ha dicho que “lo que hagamos a alguno de los más pequeños es como si se lo hiciéramos a Él” (Mt 25, 40), la

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