"Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Jesús le impuso las manos y, al instante, la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios". He aquí el fruto inmediato de la intervención y presencia de Dios en nuestra vida: alabarlo.
"Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Jesús le impuso las manos y, al instante, la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios". He aquí el fruto inmediato de la intervención y presencia de Dios en nuestra vida: alabarlo.
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