Solemnidad de la
Inmaculada Concepción
Monición de
entrada
Paz y bien. Puesto que los hijos quieren lo mejor
para sus madres, el Hijo de Dios, Jesucristo, quiso que su madre gozara del
gran privilegio de ser preservada de la mancha del pecado original; también la
Iglesia a lo largo de los siglos fue proclamando las grandezas de su Madre, hasta
que en 1854 se declaró el dogma de la Inmaculada. La familia franciscana, que defendió siempre
este dogma, tiene a la Inmaculada como a su patrona. Nosotros particularmente
en nuestra parroquia también nos sentimos muy honrados de tenerla como patrona
y queremos que nuestra Eucaristía sea nuestro mejor regalo, agradeciendo a Dios
por tan singular privilegio de nuestra Madre.
Monición a la
primera lectura – Gn 3, 9-15.20
Escuchemos la
emocionante historia del Génesis donde se nos narra la entrada del pecado en la
humanidad y la promesa de redención que Dios nos hace, en la que estaba
presente ya la Virgen Inmaculada.
Monición a la
segunda lectura – Efesios 1, 3-6.11-12
También nosotros, como hijos de María, santa e
inmaculada, estamos llamados a la santidad, a vivir una vida irreprochable ante
Dios por el amor. Es el mensaje de esta segunda lectura. Escuchemos.
Monición al
Evangelio – Lucas 1, 26-38
Escuchemos ahora el relato evangélico sobre la
anunciación a la Virgen María de la plenitud de gracia con la que Dios le ha
distinguido y la respuesta de disponibilidad total de ella a los planes de
Dios.
PRECES DE LOS
FIELES
Sacerdote: Sintiéndonos
afortunados de tener una Madre como María, nos dirigimos confiadamente en
oración a Dios nuestro Padre, con la esperanza de poder asemejarnos a ella y
gozar como ella de la abundancia de la gracia divina.
Respondemos: Padre,
escúchanos.
-
Por la santa Iglesia, para que sea
también ella santa en todos sus miembros, resplandeciendo en ellos, como en
María, la gloria de Dios. Oremos.
-
Por las autoridades civiles de nuestro
país y del mundo entero, para que sean celosos de la justicia y del bien común,
rechazando las provocaciones de engrandecimiento personal. Oremos.
-
Por todos los más olvidados y
necesitados de nuestra sociedad: los encarcelados, los enfermos, los que no
tienen trabajo, los ancianos, los niños de la calle; que María, madre de los
pobres, les haga sentir su cercanía materna. Oremos.
-
Por nuestra parroquia, para que el
ejemplo de santidad de nuestra Madre Inmaculada, nos anime a progresar sin
descanso en el camino de la perfección cristiana.
Sacerdote: Acoge, Padre, con benevolencia estas
intenciones, para que podamos gozar en abundancia de la gracia de nuestra
vocación a la santidad, siendo fieles a los ejemplos de nuestra Madre María.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Monición de envío: Como María, podemos decir al concluir la Eucaristía: Mi alma glorifica
al Señor, porque ha hecho maravillas en nuestra Madre Inmaculada y en nosotros.
Por ello, estemos dispuestos, a imitación de María, a dejar a Dios cumplir sus
planes en nuestra vida.
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