sábado, 18 de julio de 2015

Mi Siervo

Mt 12, 14...
"Miren a mi siervo, a quien sostengo; a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. En Él he puesto mi Espíritu para que haga brillar la justicia sobre las naciones"
Es Jesús el Siervo de Yahvéh...: Complacencias, Espíritu, justicia.

viernes, 17 de julio de 2015

MONICIONES


DOMNGO XVI . T.O. – B

 

Ambientación general

Paz y bien. Como nos recuerda el evangelio de hoy, nuestra celebración dominical nos ofrece la oportunidad de descansar y desahogar todo lo que nos preocupa, como Jesús lo quiso hacer con los apóstoles. Nosotros estamos entre la multitud que lo busca y de quienes Jesús se compadece,  y nos ofrece su guía y su protección, como buen pastor de todos nosotros. Con este espíritu celebramos hoy nuestra Eucaristía.

 

Monición a la 1ª. Lectura – Jer 23, 1-6

Nos presenta el texto que vamos a escuchar el gran drama de quienes han sido elegidos para guiar al pueblo de Dios, pero no lo hacen de acuerdo al plan de Dios y las necesidades del pueblo sino de acuerdo a sus intereses personales.

 

Monición al salmo 22

En contraste y como ejemplo, el salmo que vamos a proclamar nos recuerda cómo Dios, el buen pastor de su pueblo, cuida  de nosotros y provee por nuestras necesidades.

 

Monición a la 2ª. Lectura – Efesios 2, 13-18

Jesús es el buen pastor, que con su misión salvadora ha reunido al pueblo de Dios, incluso a toda la humanidad, para gozar de la paz y la reconciliación.

 

Monición al Evangelio – Mc 6, 30-34

Mientras que Jesús ofrece a los apóstoles la oportunidad de descansar y convivir a solas con él, la gente lo busca y él se compadece de ellos.

 

Preces de los fieles

Sacerdote: Con toda nuestra confianza en Dios nuestro Padre y en Cristo el buen Pastor, que quieren nuestro bien y felicidad, les presentamos humildemente nuestras necesidades.

Respuesta: Padre, escúchanos.

-         Por la santa Iglesia, particularmente sus pastores, para desempeñen con celo y solicitud su misión en favor del pueblo de Dios. Oremos.

-         Por todos los que tienen la responsabilidad de cuidar la sociedad civil, para que también ellos sean solícitos en la administración de bienes y gobiernos de sus ciudadanos. Oremos.

-         Por todos aquellos, que como ovejas sin pastor, andan por los caminos de la vida, careciendo de las necesidades básicas de alimento, vestido y hogar. Oremos.

-         Por todos nosotros, para que sepamos aprovechar las oportunidades de vida y de gracia, que Dios nos da en su providencia por medio de la Iglesia. Oremos.

Sacerdote: Dios, lleno de amor y de misericordia, acoge estas intenciones y necesidades que te hemos presentado en favor de tu pueblo y de toda la humanidad. Por Cristo N. Señor. Amén.

Monición de envío

Habiendo experimentado en esta Misa la solicitud de Cristo, que como buen pastor, nos ha alimentado con su Palabra y con su cuerpo, volvamos a nuestros hogares con la inquietud de compartir de lo que hemos recibido con quienes Dios ponga en el camino de nuestra vida.

jueves, 16 de julio de 2015

Paz y mansedumbre

San Mateo: 11, 28-30
En aquel tiempo, Jesús dijo: "Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio.
Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera".
Nuestra paz interior tiene una razón de ser...acercarnos a Jesús.

miércoles, 15 de julio de 2015

SENCILLEZ DE CORAZÓN

Jesús exclamó: "Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien. Mt 11, 25-27.
Que el Señor nos dé la gracia de la sencillez y pureza de corazón.

martes, 14 de julio de 2015

LA AVENTURA DE JESÚS


La aventura de Jesús

Hno. Jesús Ma. Bezunartea

 

En el tema anterior he hecho referencia a las bienaventuranzas, una especie de código de felicidad según algunos, con el que Jesús inicia su primer discurso evangélico, el discurso del monte. En la actualidad ese cerrito donde Jesús las habría proclamado se llama el Monte de las Bienaventuranzas.

 

Yo diría que más que un código de felicidad es un código de vida; siendo coherentes así con el principio que he establecido en el primer tema de que el cristianismo es una forma de vida. Un código de vida en el que nos propone ocho experiencias en las que el discípulo de Jesús puede experimentar que la vida merece la pena tal como él nos la propone, tal como él la vive. Y creo que es importante ver este código bajo el punto de vista de experiencias de vida; de una vida que se da normalmente, que no es necesario buscarla, que no es necesario programarla. Y, además, una serie de experiencias que no agotan todas las de nuestra vida humana ni de creyentes.

 

Para entender lo normal y lo excelente de lo que Jesús nos enseña quiero recordar que Jesús vino a nuestro mundo encarnándose en una realidad histórica, cultural y humana como la de cada uno de nosotros. Pero lo que hace que una experiencia normal sea una experiencia excelente es que la vive en comunión con el plan de Dios, que todo lo hizo bueno y lo puso a nuestro alcance para el bien de todos, de forma que no haya experiencias en nuestra vida privadas de esa bondad o que impidan que todo el bien que sembró a manos llenas en nuestro mundo y en nuestra historia sea una realidad.

 

Para poner de relieve que se trata de experiencias de vida en las que nos podemos sentir realizados según el plan admirable de Dios, nos referimos a ellas como aventuras, que nos retan a vivir con valentía y con fe, porque Dios todo lo hizo bueno. Por ello la aventura de Jesús es vivir toda experiencia de vida humana gozando de la bondad que Dios ha puesto en cada cosa, en cada creatura, en cada circunstancia.

 

Por ejemplo, si Jesús dice que son “bienaventurados los pobres de espíritu”, es porque, al no estar apegados a ninguna cosa, persona o circunstancia de esta vida humana, ellos pueden recibir en su vida la riqueza del Reino de los cielos: “Porque el reino de los cielos es justicia, paz y gozo en el Señor” (Rm 14, 17). Al no estar apegados están dispuestos a compartir, a ser solidarios con los vecinos, con los amigos, con quien ven en necesidad. Y precisamente esa expresión, misteriosa y contradictoria para muchos, significa, estar desapegados de todo, desprendidos, libres, con el simple uso y usufructo de las cosas y de la vida, porque el dueño y señor de todo es Dios. Cuando el ser humano no entiende esta aventura, trata de apropiarse, de acaparar, de tener más y más, y, al mismo tiempo que priva a otros de esos bienes, él tiene que preocuparse por que nadie se los quite y mira a los demás como enemigos, como ajenos, de quienes se tiene que defender. ¿Te has fijado que las casas de los pobres no tienen timbre ni campana, están abiertas, no tienen bardas o si las tienen no estás electrificadas? No tienen guardias de seguridad, ni perros peligrosos, ni alarmas.

 

La aventura de los pobres de espíritu como Jesús de Nazareth no es una aventura de miserables, que no tienen que comer. No sabemos que Jesús pasara hambre. Incluso uno de los doce tenía la bolsa para los gastos de cada día, y había algunas mujeres bienhechoras que les atendían en sus necesidades materiales (Lc 8, 1-3).

 

Él nos explicó todo esto en este mismo discurso al decir:No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.  Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido? Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos?¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! No se inquieten entonces, diciendo: ¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos? Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción” (Mt 6, 19-34).

 

La pobreza de espíritu no está en la carencia de bienes o de dinero sino en el desapego de lo mucho o poco que se posee. La aventura de Jesús es vivir como peregrinos en este mundo, que van ligeros de equipaje. Por ello, la invitación que hace a quienes van a ser sus discípulos la expresa frecuentemente con las palabras: “Ven y sígueme”. Y en el evangelio de Lucas le dice a uno que quiere seguirle: “El hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”, es decir, no tiene seguridad humana, su seguridad, su corazón está en Dios, porque “donde está tu tesoro allí está tu corazón”.

El apóstol Pablo expresará este pensamiento de forma en cierto modo más radical al escribir a los Corintios: “Lo que quiero decir, hermanos, es esto: queda poco tiempo. Mientras tanto, los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; lso que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran nada; los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran. Porque la apariencia de este mundo es pasajera. Yo quiero que ustedes vivan sin inquietudes” I Cor 7, 29-32.

El dicho que se atribuye a Picasso: “Tener mucho dinero para vivir tranquilo como los pobres”, no carece de sabiduría evangélica. Dios nos lo da todo para que tengamos lo que necesitamos para nuestras necesidades y, puesto que su providencia amanece sobre nosotros con el sol de cada mañana, no necesitamos acaparar. De nuevo acudimos a la sabiduría paulina en su carta a los corintios: “En consecuencia, que nadie se gloríe en los hombres, porque todo les pertenece a ustedes: Pablo, Apolo o Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente o el futuro. Todo es de ustedes, pero ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios” (I Cor 3, 21-23).

 

 

 

 

 

CORRESPONDENCIA

"Y tú, Cafarnaúm, ¿crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás precipitada en el abismo, porque si en Sodoma se hubieran realizado los milagros que en ti se han hecho, quizá estaría en pie hasta el día de hoy. Pero yo te digo que será menos riguroso el día del juicio para Sodoma que para ti". Mt 11, 20-24.
Estas son de las palabras más duras de Jesús CONTRA la INGRATITUD y no CORRESPONDENCIA a lo que nos concede de gracia y oportunidades.

lunes, 13 de julio de 2015

EL RIESGO DE CREER

UNA MUJER QUE SE ARRIESGÓ A CREER
Hno. Jesús Ma. Bezunartea
Efectivamente, Nicodemo no quiso arriesgarse. Y todos sabemos que en nuestra historia los grandes personajes que admiramos se han enfrentado a grandes riesgos. Se arriesgó Abraham, se arriesgó Moisés, se arriesgó Jesús de Nazareth, se arriesgó San Francisco de Asís así como san Francisco Javier, se arriesgó Ghandi y se arriesgó la Madre Teresa de Calcuta, se arriesgó Colón igual que Hernán Cortés, se arriesgó el cura Hidalgo y se arriesgó Cristóbal de las Casas y la lista se haría interminable. Y en el caso que nos va a ocupar en los próximos minutos de lectura vemos cómo se arriesga una mujer samaritana, cuyo nombre no conocemos, pero que es el símbolo de quien se quiere arriesgar en el campo de los valores espirituales o de la fe.
Tan real es el riesgo en la vida que Jesús nos invita a probar que su primer discurso comienza con ocho bienaventuranzas, que son precisamente ocho bendiciones, como muchos las entienden, tampoco son ocho paradojas misteriosas, sino más bien son ocho riesgos u ocho aventuras, pues así comienza la enunciación tradicional de las mismas: bien aventurados…Por supuesto que Jesús es tan consciente de que su programa de vida encierra riesgos y aventuras por el reino de los cielos, que muchas de sus propuestas comienzan por una invitación o una condición: “si alguno quiere ser mi discípulo…”, “quien no esté dispuesto a renunciar a todo…”, etc.
Dicen que los jóvenes de hoy no son muy amantes de riesgos; que han vivido una historia en la que los sistemas socio políticos y económicos los han confrontado con muchas promesas que no se han cumplido y, por otra parte, la técnica los ha familiarizado con lo fácil y lo caduco.
Pues resulta que un día que Jesús andaba por tierra de samaritanos llegó a beber al pozo de Jacob y se quedó solo un rato mientras los apóstoles se fueron al pueblo de Sicar a darse un paseo y comprar algo para comer. Mientras esto pasa, una mujer llega al pozo a sacer agua y Jesús, como no tenía con qué sacar agua del pozo, se atreve a pedirle agua. Y que la mujer le responde que cómo se atreve a hablarle siendo judío y ella samaritana. Y aquí se entabla el diálogo, que sólo san Juan nos lo cuenta:
“Le respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.
La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?
¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?
Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá.
Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.
Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.
Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo”
En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella?
Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:
Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?” (Juan 4, 1-42).
Resumiendo; ante todo, la mujer se arriesga a entablar conversación con un hombre judío desconocido; también se atreve a pedirle del agua que él le ofrece; se atreve a contarle algo de su vida personal; le comparte algo de su fe y de su esperanza religiosas y, por fin, se arriesga a ir al pueblo y contar a los demás que se ha encontrado con alguien que parece que es el Mesías. Y esta gente, que en la opinión de los judíos eran cismáticos y herejes, le invitan a Jesús a quedarse con ellos unos días para que les hable y comparta su mensaje de manera que muchos creyeron en él.
Ni la mujer, con una vida bastante problemática – descontenta de tener que ir a sacar agua, que ha tenido cinco maridos y el que tiene es su amante- ni los demás habitantes del pueblo se resisten a creer en la propuesta de Jesús. ¿Por qué? No tienen intereses personales que proteger como Nicodemo, son de la gente sencilla de corazón que esperan que se cumplan las promesas. Son gente que tienen un espacio en su corazón para llenarlo de Dios; no son autosuficientes; saben dejar a Dios ser su Dios, y su esperanza y sencillez de corazón les capacitan para dar el paso de creer en Jesús y beber el agua que él les ofrece, agua que les dará la vida eterna: la vida que te hace sentir pleno, satisfecho, en paz, con capacidad de compartir con los demás lo que has recibido.
Piensa, ¿qué riesgos supone para ti poder beber del agua que Jesús te ofrece? Sé valiente, fíate de él, no tengas miedo a perder, pues lo que parezca que pierdes te lo repondrá él con creces.

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